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Solo postre










 

 

 Estaba segura de que había sido más que un sueño.  

 

 La noche anterior había soñado algo extraño, más de lo habitual, más que mis sueños en los que era madre, en los que no había perdido a mi bebé. Soñé con una sombra, una sombra extraña que me pedía algo extraño, un postre. Era algo simple, en una situación normal se lo habría concedido, pero mi instinto me decía que no, que no debía y que yo sabía por qué. Por lo general, después de mis pesadillas me despierto normal, pero esa noche me desperté sobresaltada, sudada y con una marca en el brazo. Estaba segura de que había sido más que un sueño. Lo que más me llamó la atención fue la marca en mi brazo.

 Estaba convencida que la sombra de mi sueño era más que solo producto de mi imaginación, era un ser diabólico con una maldición y que me había escogido a mí para deshacerse de ella. La maldición no tenía nada que ver conmigo, supongo que solo debió ser mala suerte. No entendía cómo sabía esto, simplemente lo sabía.

 

 A la mañana siguiente me desperté nuevamente sobresaltada, fui en busca de mi abrigo y me dirigí al trabajo, no sólo por deber, sino también para despejarme un poco de mis pesadillas. Trabajé medio turno y me tuve que ir ya que la extraña marca me comenzó a arder, no fui a urgencias, ya que sabía que no tendrían respuesta alguna para mi situación. Al fin y al cabo, el tiempo de trabajo no fue suficiente para despejarme.

 

 Al llegar a casa presentí que algo iba mal, que sería una noche diferente a todo pero no le di importancia, después de todo, ¿qué podía hacer hasta que el peligro se presentara?

 Alrededor de las once me fui a dormir y otra vez desperté sobresaltada unas horas después, me fijé en el reloj y eran las tres y cuarto, trate de dormirme de nuevo pero algo llamó mi atención: algo me estaba mirando. La sombra, estaba allí, y estaba segura de que quería algo de mí.

 

- Vos-

 Me dijo la misteriosa sombra que, al acostumbrarme a la luz, me di cuenta dé que tenía forma, pero no una humana.

 

- ¿Quién sos?- Le pregunté con la falsa esperanza de que contestara sin más.

 

- No debería preocuparte el “quién soy”, sino el “QUÉ soy”- Me dijo él con una macabra sonrisa pintada en la cara.

 

- ¿Qué querés conmigo?

 

- Te elegí. Te elegí para que me ayudes, pero a comparación de la mayoría de las ayudas que se hacen ustedes los humanos, esta ayuda no es opcional. Igual no te preocupes, si haces todo correctamente no te va a pasar nada a vos ni a nadie conocido.

 

- ¿Y qué es lo que querés? -

 

- Bueno, lo que quiero es algo simple, o por lo menos vos lo vas a ver como algo simple. - Me dijo nuevamente con su sonrisa macabra.
- Lo que necesito es que prepares algo, un postre.

 

- ¿Solo eso?

 Le pregunté sorprendida de que un ser sobrenatural me pidiera una cosa semejante.

 

- Sí, solo postre. Un postre de calabaza, pero no de cualquiera, un postre de calabaza refulgente. Para que lo entiendas mejor, calabaza brillante.

 

- ¿Y ese postre lo tengo que hacer ahora?

- Sí.

 

 Y me dirigió a la cocina en donde, para mi sorpresa, se encontraba la calabaza.

 Lo primero que se me ocurrió hacer para preparar un pastel fue cortar la calabaza, cuanto más acercaba el cuchillo, más se iluminaba. La lógica me decía que debía apresurarme antes de que al ser se le acabara la paciencia pero mi instinto me decía que no, que no tocara ni un solo centímetro de esa calabaza con el cuchillo, hasta que el instinto ganó.

 

- No puedo.

 Le dije temeraria de que me hiciera daño.

 

- ¿Sabes porqué?

 

 Negué con la cabeza, avergonzada al darme cuenta de que él sabía algo que yo no. Chasqueó los dedos y apareció un bebé de unos dos meses en lugar de la calabaza. No sabía por qué ni de dónde pero ese bebé me resultaba extrañamente familiar.

 

- Es tu hija. Y como sucede en el 5% de los casos, te diste cuenta antes de brindármela en sacrificio. Ahora va a ser peor para vos, la vas a tener que sacrificar sabiendo qué es y quién es.

 

- ¿Cómo que es mi hija? Es imposible, mi hija murió.

 

- No, no murió, eso es lo que te dijeron. Cuando chocaste y despertaste en el hospital te dijeron que habías perdido al bebé pero era mentira, solo te la sacaron y estaba viva.

 

Me llevó un par de segundos entender todo eso, entender que había perdido 6 meses de estar con mi hija y en lugar de eso había estado sufriendo por no estar con ella.

 

- ¿Y si no quiero? -Pregunté

 

- Hay otra opción… me tenés que dar tu vida en lugar de la de ella.

 

 Miles de sensaciones se mezclaron en mi cuerpo, en mi cabeza. Había descubierto que tenía una hija, el sueño de toda mi vida se   había cumplido, el problema era que no podría pasar mucho más tiempo con ella.

 

- Tenés tiempo hasta las 10 de la mañana para pensar que vida me vas a dar.

 Dijo él e instantáneamente y se esfumó en el aire.

 

 Apenas se había ido, agarré a Emma, que era el nombre que le había puesto.

 El tiempo pasó demasiado rápido y se hicieron las 9 de la mañana, sabía que en una hora debía tomar una decisión que marcaría el resto de mi vida… o el final.

 Para cuando llegó, Emma ya estaba al cuidado de una vieja amiga mía y yo sabía que la cuidaría como si fuera propia.

 

 Se hicieron las 10 y llego él, puntualmente como era de esperarse.

 

- ¿Dónde está tu niña?

 

- Ya tomé una decisión

 

- Me puedo imaginar cual es…

 Y dicho esto, hizo temblar todas las sombras de la casa y las juntó hasta que se hicieron una esfera perfecta, comenzó a estirarla y a darle forma hasta que logró una puerta, la abrió y se hizo paso para que yo pasara.

 Sabía que no iba a morir, que me esperaba un destino peor.



 

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